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THE WAY

“Chove en Santiago, meu doce amor, camelia branca do ar, brila entebrecida ao sol”

(Federico García Lorca.)

 

Así, simplemente así, The Way, llama mucha gente de habla inglesa al camino de Santiago, como si no existiese en el mundo otro camino. Hace veintisiete años que mi esposa y yo hacemos los últimos dos kilómetros del Camino todos los días que pasamos en Compostela, pues mi madre vive en la entrada del mítico camino francés, y lo hemos hecho en compañía de gente de todos los países, de todas las edades y culturas, cristianos, budistas, ateos, agnósticos, atletas que llegan en perfecta condición física y otros muchos que llegan arrastrándose, en solitario o en grupos, cantando canciones beatas o himnos profundos en latín o rumano que suenan al Masked Ball de Jocelyn Pook. Todos ellos han convertido a la capital gallega en el mayor centro de peregrinación del planeta, y todos ellos han decidido que Compostela sea una ciudad sagrada, pues recorren el camino unos buscando lo mejor de sí mismos, otros redención, expiación, perdón y olvido. La ciudad es bellísima, llena de calles antiguas y sinuosas, y de monumentos románicos, cistercienses, renacentistas y barrocos, con grandes parques que a la vez son jardines botánicos con árboles de todas las latitudes. Han hecho el Camino reyes y mendigos, santos y asesinos, San Francisco, Shirley MacLaine y Martin Sheen, unos buscan la bendición del Apóstol, otros de Prisciliano, y ya fue lugar sagrado para los celtas, los romanos y los suevos, o al menos eso dicen, pues en Galicia se les da más credibilidad a las leyendas que a la Historia, y se piensa que la ficción es más real que esa cosa tan confusa que llamamos realidad. Registrarme y encontraréis en mi bolsillo leyendas que no sabía que estuvieran ahí, en fin.

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