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Me gané el derecho

Después de tantos años viajando con ellos en el corazón, en el cerebro, en las tripas, me gané el derecho a llamarlos por su nombre de pila, a tutearlos, eso sí, con el mayor respeto y la más alta consideración, y unas migajas de vanidad, pues preparo oposiciones a Lector del Año. Verdad que sí, Antonio, antes Machado; Federico, antes García Lorca; Francisco, antes Quevedo; Roberto, antes Bolaño; Jorge Luis, antes Borges; Fernando, antes Pessoa; James, antes Ellroy; Michel, antes Houellebecq; Nicanor, que se me subió a la Parra, y no digo nada de su hermana Violeta, que dio gracias a la vida antes de deshacerse en ella.

La lista de amigos a los que reivindico el derecho a llamar por su nombre de pila, humildad aparte pues no voy a estropear esta página por falsa humildad, la lista digo, sería infinita, e insisto que no es por presumir de leído sino por gratitud a todos los que han hecho mi vida más llevadera y ahora vuelven a dar sentido a lo que va quedando de mí en esta cuarentena a la que me ha sometido el virus más literario de todos los tiempos, con permiso de aquella peste negra que parió el Decamerón de Boccaccio.

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