En Tiempos de Aletheia

Adicciones y drogas. Entrevista a psicóloga especializada

Hoy hablamos con Belén Acevedo Canto, una reputada profesional en el campo de la psicología que nos ayuda a desbrozar este peliagudo asunto de las adicciones y las drogas.

  • Licenciada en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid.
  • Psicóloga General Sanitaria.
  • Master en Psicología Clínica. Cinteco.
  • Departamento de Asistencia Psicológica en la Adolescencia.

Belén Acevedo Canto, desarrolla su actividad profesional como clínico desde 1993 y colabora en Cinteco compatibilizando las tareas como clínica y como miembro del equipo docente desde el año 2000.

Paralelamente trabajó hasta el año 2005 en Centros de Reforma, Acogida y Tutela de la Comunidad de Madrid y en la Comunidad Terapéutica que la Agencia Antidroga de la Comunidad de Madrid tiene en el municipio de Villaviciosa de Odón.

Con una amplia experiencia docente ha sido Profesora Honoraria y Profesora-Tutora de Prácticas de la Universidad Autónoma de Madrid así como profesora Asociada de la Universidad Pontificia de Comillas y Universidad San Pablo Ceu. Del mismo modo ha impartido cursos y seminarios en Centros públicos y privados.

Su actividad clínica y docente se ha centrado en la Metodología de la Evaluación Conductual, las Técnicas Cognitivas y la Terapia Cognitivo-Conductual de los trastornos propios de la adolescencia.

¿Crees que cabe distinguir la función o uso social de las drogas del abuso de las mismas?

Sí, yo diferenciaría uso de abuso; son cosas diferentes para mí: una cosa es que utilices la sustancia de vez en cuando, de manera esporádica o la compartas con tus amigos en un grupo social, y otra cosa ya es que tú de manera individual y habitualmente y a diario, la estés consumiendo. Hay gente que de manera puntual, como ahora en las fiestas de Navidad u otras fiestas del año, la toma y luego no hace lo que cabría decirse abuso de la misma en absoluto. Consumen cocaína o éxtasis líquido de manera puntual en fiestas concretas, fin de año y no utilizan en todo el año más.

¿De hecho podríamos casi decir que al ser en una ocasión festiva tan especial la rodea un rito?

Es que, por ejemplo, ahora mismo vienen unas fiestas en las que se consume mucho, drogas legales e ilegales, mucho más tabaco, alcohol, u otras drogas. Los consumidores habituales consumen mucho más y los no consumidores habituales consumen. Es por el tema social. Es bajo el pensamiento de “un día es un día”. Hay gente que sin embargo lo hace todos los fines de semana.

¿Todos los fines de semana se consideraría abuso?

Es que hay gente que desaparece el viernes y no vuelve ya hasta casi el lunes. Y durante todo el fin de semana no deja de consumir. Lo que ha cambiado es el uso que se hace de ellas, ahora, por ejemplo, se está diciendo que hay un repunte de la heroína, pero se hace un uso distinto de ella. Porque, por ejemplo, cuando yo era pequeña que fue el boom de la heroína ni tan siquiera se conocía lo que era el síndrome de abstinencia. No se sabía ni lo que era eso, hasta que llegaba un mayor que consumía más y desde hacía más tiempo y les decía “es que tenéis el mono” y entonces les explicaba a los que llevaban menos tiempo lo que era eso. Las personas que tratábamos con gente con adicción a la heroína veíamos que no sabían ni que existía el síndrome de abstinencia. Ahora hay más conocimiento y precisamente por eso se consume mucho más como para explorar. Es muy típico de la adolescencia el querer probar nuevas sensaciones. Bajo el “yo esto lo quiero probar, yo quiero experimentar esto”. Ahora se consume mucho por experimentar. Porque “por probarlo una vez no pasa nada”. Hay gente que le gusta experimentar frente a otra parte que les produce ansiedad la posibilidad de perder el control de sí mismo. Hay variedades de personalidad que influyen en que vaya a ser consumidor con mayor facilidad.

Cada cierto tiempo hay una oleada de querencia y movilización por la legalización del cannabis y la marihuana, ¿crees que la legalización ayudaría en algo a que se regulara el consumo? Además está el caso holandés, según el cual, la policía asevera que el pequeño hurto y la delincuencia se ha visto reducida en los últimos años.

Me parece que es bastante peligroso, de hecho, hablando del hachís, aquí en España no es legal pero el funcionamiento es tan parecido que parece legal. El consumo en España es muy fácil, muy accesible y asequible en el aspecto económico. Además hay todo un vacío legal que hace que parezca casi legal: los clubes de fumadores, las tiendas de productos para el cultivo, etc. El consumo es casi parecido al del nivel legal. Hay incluso métodos para quitarse las multas de consumo mediante planes sociales de ayuda a la drogadicción. Me parece el caso holandés parecido al caso en Mallorca con el alcohol, aquí hay una permisividad con el alcohol que conlleva un turismo que podría ser incluso peligroso, tiene su parte buena y su parte mala, al menos ser ideal no lo es. En tu artículo reflejas bien que no es un asunto fácil de tratar y estoy de acuerdo.

Creo que habría de primeras un repunte de consumo, quizá después con el tiempo se estabilizaría, con las generaciones siguientes, pero al principio no, al principio puede preverse que habría mucha gente consumiendo. Se frivoliza mucho con el tema de la legalización porque al final cuando alguien busca en google “cannabis” lo primero que aparece son páginas prolegalización y no páginas con los datos tanto en pro como en contra del consumo, de sus efectos, etc. En ese sentido me parece que se frivoliza con los efectos, es complejo llegar a entender esos efectos cuando las primeras noticias que tienes de ello son precisamente los argumentos acerca de su legalización. Esto da la percepción de que es algo inocuo, que no va a tener efecto negativo para mí, etc.

Hemos mencionado ya un poco el perfil más susceptible de caer en el abuso, ¿te importa retomar un poco ese punto?

Hay gente que abusa un poco de alcohol un día y jamás vuelve a probarlo, porque se ha visto en una situación de pánico que no quiere repetir. O gente que alquila una casa rural fuera de la ciudad, y toman setas alucinógenas y hay sujetos que se tiran seis horas de pánico, intentando controlarlo y superando la situación sin ninguna ayuda porque se saben lejos de cualquier otra vía de escape de la situación estresante ya que estaban lejos de cualquier hospital o punto de ayuda. Hay gente que le gusta la situación sin embargo, que se siente atraído por esa sensación y quiere repetirla. El cannabis, por ejemplo, acelera el ritmo cardíaco, y hay gente que le gusta verse así, acelerado. Hay gente que le gusta la sensación de no estar enterándose de nada.

Hay edades más proclives a que esto ocurra por la querencia de vivir situaciones nuevas, de experimentar, de buscar sensaciones distintas, típico en la adolescencia, y si además estamos en una sociedad muy permisiva, muy de salir e ir de bares, en la que los que, por ejemplo, los que no beben parecen inadaptados. En edades pequeñas cuando se tiene muy a mano, muy asequible por el pequeño coste, y encima está socialmente muy admitido…
Así es como el cannabis se ha introducido a lo bestia.

Y si eso lo unimos con quizá una incertidumbre acerca del futuro, un no sé qué quiero hacer con mi vida, etc., típico de la adolescencia, ¿se hace más proclive la persona al consumo como forma de escabuirse de esa sensación?

Ese es precisamente el punto que marcaría el abuso; primero pruebo por ver la sensación y obtengo la sensación, y entonces cuando obtengo esa sensación de repente ha momentos en que evito esa incertidumbre ese malestar por medio de la sustancia, empiezo a obtener una funcionalidad de la sustancia para mí, utilizo la sustancia para algo no “porque”: porque estoy entre amigos y me apetece echarme unas risas, etc. Porque una cosa es “porque” y otra “para”, es la diferencia, otra cosa es “para”: para conseguir tranquilizarme, para no aburrirme, para no preocuparme, etc.

¿Simplifica pues el mundo, simplifica las sensaciones?

Con el cannabis primero se capta mucho todo lo que es real, es como si se vivenciara más, se da una aceleración del pensamiento con lo cual vivencio más, y luego da una sensación de estar bien donde se está sin hacer mucho. Aquí hay un problema también con las edades porque hay un impasse entre los 16 y los 18 que no saben dónde ir, no saben qué hacer y entonces acuden a la ecuación “parque, alcohol, porro”. Y ahora está entrando muy de lleno el tema de las fiestas en casas que se quedan solas. A veces con consentimiento paterno, a veces no, y los padres se ven abocados a una dinámica en la que si todos van, ¿cómo no voy a dejar a mi hijo ir? E intenta tú llamar a los padres de los dueños de la casa, entonces surgen las amenazas de los hijos que les culpan de ser como la Gestapo, y al final ceden. Son situaciones peligrosas porque están solos y son menores que no saben reaccionar. Se dan casos de comas etílicos, y otras situaciones graves en estas fiestas. Además, estas fiestas se descontrolan porque acaba entrando gente ajena a la fiesta y se dan robos más veces de las que nos gustaría admitir.

¿Crees que la etapa adolescente marca o determina de alguna manera el futuro consumo?

Es raro que el que empieza a consumir habitualmente deje de hacerlo. Hay quien incluso sustituye el cannabis por el tabaco, porque piensan que no se les nota, casi está peor visto el alcohol, porque la borrachera se nota de otra manera más palpable quizá, y con el cannabis se tiene una percepción de que no se nota. Pero sí se nota, si conoces a la persona en estado de no consumo, notas la diferencia. Las familias también lo notan, hay mayor susceptibilidad, cierto rasgo paranoico que puede conducir a conductas más agresivas. Además, psicológicamente se supone que el cannabis no provoca síndrome de abstinencia, pero sí produce intranquilidad estar en una situación en la que no tienen en su poder sustancia que les produce seguridad tener por si quieren usarla. Hay gente que se ha vuelto de viaje por no tener sustancia.

Luego además está el problema de dejarte llevar por lo que hacen los amigos para sentirte más integrado, para no ser el raro o el que tiene que cuidar del grupo porque es el único que no bebe o no fuma, o no consume. Los cuidadores muchas veces se cansan y llegan a quedarse sin amigos por negarse a ese rol que les adjudican, tienen realmente graves problemas de adaptación porque no quieren entrar en esas historias. El que no quiere entrar en esos roles y ambientes quedan excluidos.

Y luego está el uso de sustancias para aguantar los ritmos de trabajo, desde un empresario hasta un camarero, utilizan las sustancias “para” aguantar el ritmo, los turnos, el estrés.

La legalización de la marihuana como método terapéutico para enfermedades que cursan con dolor o cuyos métodos, como la quimioterapia, cursan con graves malestares, ¿qué te parece la legalización no ya de la marihuana toda sino del principio activo que puede ayudarles?

A mí eso me parece bien desde luego, lo que ocurre es que la gente lo utiliza como excusa, como argumento a la hora de la legalización, pero luego no hablan de cómo afecta la muerte de neuronas, de la posible psicotización que se está dando cada vez más por el cannabis, se están dando muchos casos de psicosis en el registro hospitalario por el uso del cannabis. Además hoy en día hay un desarrollo de la genética de estas plantas que producen auténticas bombas de colocón. Así como las sustancias que mencionas en el artículo para el tratamiento de depresión, etc. Se están dando ya casos muy graves de pérdida del control mental. Y los efectos de esas sustancias son los de una droga y no otros. Cuando hay otras vías, como con la heroína, por ejemplo, hay tratamientos en los que yo he participado de rehabilitación sin medicación, encaminados más al autocontrol que a la rehabilitación, eran tratamientos para el autocontrol que son complementarios de otros. El cerebro se destruye mucho con esas sustancias, que al final y al cabo son un tipo de anfetamina. Y hay gente que entra en trastornos que ya no tienen vuelta atrás, tienen que estar medicados de por vida por cuadros alucinatorios crónicos y trastornos irreversibles.

Respecto al alcohol, que es una sustancia legal y socialmente admitida, tengo entendido que su síndrome de abstinencia te puede llevar a perder la vida, ¿es así?

Efectivamente hay pacientes que no pueden hacer la desintoxicación en casa, tienen que hacerla hospitalizados, porque el delirium tremens psicológicamente es peor que el síndrome de abstinencia de la heroína, y además se da la posibilidad de que colapsen órganos.

¿Es más fácil engancharse al hachís o al alcohol?

Lo veo a la par, porque el alcohol al tener unos síntomas de intoxicación más patentes aunque es legal, la gente se lo piensa más, y está por eso al mismo nivel que el porro. También por la idea heredada; hay padres que prefieren que sus hijos vayan borrachos que fumados, y eso es porque la generación de padres a la que pertenezco hemos vivido ver los porros como quizá ahora vemos otra sustancia más fuerte. Por su parte el cannabis es más de a diario, estar fumado te deja en modo ameba: sin hacer nada y encontrándote bien como estás, y los síntomas de consumo son menos patentes, te encierras en tu habitación y no haces nada.

¿Qué decir de la problemática existencial, qué hueco se da en nosotros para tener que llenarlo con sustancias “para” evitarlo?

Vivimos en una sociedad en que no nos permitimos estar tristes, no podemos estar con ansiedad, somos una sociedad muy hedonista, vamos por y para el placer. Todo es muy inmediato, el aquí y el ahora, es una característica típica de nuestra sociedad. Encima los padres estamos intentando que sean todo el rato felices y en la vida hay frustraciones, y entonces el individuo se encuentra sin recursos para afrontarlas y superarlas, siquiera para vivenciarlas y gestionar esa vida que tiene cosas buenas y cosas malas, porque eso es parte de la vida. Y es bueno que pasen cosas, son retos que la persona tiene que plantearse que tiene que saltarlos y generar los recursos necesarios para ello.

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