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Guilhermina Suggia, la mejor violonchelista del mundo

Durante un tiempo, Guilhermina Suggia y Pau Casals fueron considerados los mejores violonchelistas del mundo. Ocurrió a comienzos del siglo XX, cuando ambos compartían ensayos, escenarios y vida. Antes de esa unión, el talento de Suggia ya había sido reconocido fuera de las fronteras de Portugal, su país natal. En 1903, cuando era una joven de 18 años, un artículo publicado en el diario español El Globo la había destacado dentro las damas de la nobleza portuguesa describiéndola como una «violonchelista notable».

Guilhermina Suggia nació en Oporto en 1885. Hija del músico Augusto Suggia, sería él quien le enseñaría a tocar el violonchelo y la educaría sin marcarle un patrón de vida tradicional. Lo mismo haría con su hija mayor, Virginia, quien aprendería junto a él a tocar el piano. En 1892, las dos hermanas debutaron en el Club Matosinhos dando muestras del talento que ambas tenían para la música. Con el tiempo, Virginia dejaría los escenarios para casarse y formar una familia. Guilhermina escogería un camino totalmente diferente al de su hermana.

En el verano de 1898, Pau Casals se desplazó a Espinho, a pocos kilómetros de Oporto, para tocar en el casino de esa localidad. Augusto Suggia se acercó hasta allí con la intención de pedirle que le diera clases a su hija que entonces tenía 13 años. Casals accedió y Guilhermina acudió varias veces a Espinho para recibir los consejos del músico catalán. Después de aquellos días tardarían algunos años en volver a coincidir. Mientras tanto, Guilhermina sería discípula de Julius Klengel en Leipzig y recorrería Europa dándose a conocer en numerosos recitales. En 1907, una vez establecida en París, se mudaría a la vivienda que Casals tenía alquilada en aquella ciudad.

Los dos violonchelistas compartieron escenarios y figuraron, en algunos programas, como matrimonio. Incluso, ambos se referían a ellos mismos como si lo fueran; sin embargo, nunca se casaron: a diferencia de su hermana Virginia, Guilhermina no deseaba un matrimonio ni tener hijos. Al margen de esa elección personal, la convivencia de dos talentos con mucha personalidad bajo un mismo techo se volvió imposible y la relación terminó en 1912. El 31 de diciembre de ese año, Casals envió un telegrama a Suggia donde le decía: «Cuando den las doce en el reloj yo estaré solo y pensando en ti con todo mi corazón». Se trata de uno de los pocos documentos personales que se conservan sobre la relación, ya que Guilhermina dejó encargado que toda su correspondencia con Casals fuera destruida tras su muerte. Ambos hicieron lo posible por borrar el recuerdo de esos años, aunque ella nunca se negaría a hablar de él como músico. No ocurriría lo mismo con Casals, quien dejaría de referirse a ella por completo. Según él, aquel tiempo había sido el episodio más cruelmente infeliz de su vida.

Guilhermina Suggia se concentró en su carrera profesional. En 1914, el musicólogo J. Joaquín Nin pudo escucharla en la parisina sala Gaveau y publicó sus impresiones en Revista musical hispano-americana: «En cuanto a Guillermina Suggia, la ex compañera de Casals, todos sabemos el valor y prestigio de sus bellísimas interpretaciones; es una incomparable violonchelista». Ese mismo año, Suggia se estableció en Londres, donde su forma de interpretar a Bach, Popper y Dvořák convenció a la crítica. Aún así, no se libró de comentarios frívolos que aludían a su atractivo físico. Era una mujer llamativa, tal y como se aprecia en el conocido retrato que le hizo el pintor Augustus John. La obra, iniciada en 1920, no sería finalizada hasta 1923, después de ochenta sesiones. Vestida de rojo, tocando una pieza de Bach con su violonchelo Montagnana, Suggia cierra los ojos y se muestra tal cual es, música en estado puro. El retrato fue vendido inmediatamente a un coleccionista americano y llegó a ganar un primer premio en una muestra internacional organizada en el Carnegie Institute de Pittsburgh. En 1925 fue llevado a la Tate Gallery de Londres gracias al interés de Sir Joseph Duveen por devolver la obra a su lugar de origen.

Según Fátima Pombo, biógrafa de Guilhermina Suggia, esta fue pionera en hacer carrera como solista con un instrumento considerado de hombres y, también, en tocarlo como ellos: colocándolo entre las piernas y no al costado, como era lo habitual entre sus predecesoras. Durante su etapa de formación en Leipzig, además, fue la primera mujer solista que logró tocar en la sala Gewandhaus y la persona más joven en conseguirlo. Ese momento histórico, en el que interpretó el Concierto para violonchelo y orquesta en La menor op. 33 de Robert Volkmann bajo la dirección de Arthur Nikisch, fue el colofón de su etapa en Alemania y el inicio de su brillante carrera. Luego llegarían París, Pau Casals, Londres, Augustus John, la admiración que despertaba y el deseo de regresar a Oporto. Con ese objetivo adquirió dos viviendas en la Rua da Alegria: una para sus padres y otra para ella, donde viviría junto a su marido. En 1927, a los 42 años, se casó con el doctor José Casimiro Carteado Mena, pionero de la radiología clínica y director del Instituto Pasteur de Oporto. En su ciudad natal se dedicaría a la docencia y a la preparación de algunos recitales hasta el momento en el que le llegó la enfermedad. El 1 de agosto de 1950, dos días después de su fallecimiento, el periódico La Vanguardia lamentaba la muerte de una «gran violonchelista» de la que algún crítico inglés había asegurado que «no tenía rival entre los concertistas de violonchelo».

 

Para saber más:

CRUZ, Silvia. «Guilhermina Suggia, pionera del violonchelo y un amor maldito en la vida de Pau Casals». El País. 18 de octubre de 2017.

HOLROYD, Michael. Augustus John: The new biography (Head of Zeus, 2015).

MARIANELA [seudónimo de Carmen de Burgos]. «Notas femeninas: Las damas portuguesas». El Globo: Diario liberal independiente. 27 de noviembre de 1903.

MERCIER, Anita. Guilhermina Suggia: Cellist (Routledge, 2016).

NIN, J. Joaquín. «La música en el extranjero: Desde París». Revista musical hispano-americana nº. 4, 1914.

[REDACCIÓN]. «Fallecimiento de una gran violonchelista». La Vanguardia. 1 de agosto de 1950.

SIBLIN, Eric. Las suites para violonchelo: En busca de Pau Casals, J. S. Bach y una obra maestra (Turner Música, 2011).

 

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