En Tiempos de Aletheia

El inicio de la mujer como icono sexual en el cine

La Historia del Séptimo Arte no solo es apasionante, sino que ha marcado hitos desde que nació  y se organizó aquella primera sesión de cine en París el 28 de diciembre de 1895. Si bien los hermanos Lumiere no habían previsto las implicaciones que tendría a largo plazo “su invento” (la autoría oficial que se les ha dado no puede esconder los antecedentes, entre los que destaca Louis le Prince, autor de las primeras imágenes en movimiento con “La escena del jardín Roundhay”, en 1888), ya que lo consideraron como un entretenimiento que pasaría de moda rápido, cierto es que el cine tanto artísticamente como motor de una de las industrias más potentes desde el S.XX ha sido reflejo y testimonio de movimientos, estéticas e ideas, pero también de polémicas.

La primera mujer en ponerse tras la cámara fue Alice Guy Blaché (1873-1968) productora y directora de cine que trabajó en los míticos estudios Gaumont y a la que se ha considerado la primera creadora de narrativas visuales de ficción.

Pero desde que las imágenes en movimiento empezaron a contar historias narradas, la mujer ha estado presente tras las cámaras. La belleza femenina y los mitos de la mujer como icono sexual y glamuroso despuntaban ya desde los albores del S.XX, avanzando imparablemente hasta nuestros días.

Dirigida por Gustav Machaty en Checoslovaquia, Ectasy (1933) cuenta la historia de la relación extraconyugal que vive una joven casada con un hombre mayor e impotente. La polémica que suscitó la película provocó la censura en varios países aunque tras su primera proyección en la Mostra de Venecia, Mussolini en persona solicitó que fueran a buscar la cinta y tras su visionado decidió no censurarla. En aquella edición del Festival de Venecia, tanto el filme como la dirección de Machaty fueron galardonados. El desnudo integral que protagonizó Hedwig Kiesler (Viena, 1914) no significó solamente el primero del cine, sino que también estaba acompañado de escenas sexuales con orgasmo femenino incluido, aunque el director mantenía la cámara sobre su cara.

La apasionante vida de esta mujer no termina aquí ni mucho menos, tras la polémica y vergüenza de su familia por su actuación, se vió forzada a un matrimonio no deseado con el empresario Fritz Mandl, hombre bastante mayor que ella y que vendía armas a Mussolini y a Hitler. Siendo un hombre muy celoso, tras haberse obsesionado con ella al ver la película, intentó requisar todas las copias de la misma para que nadie pudiera ver a su esposa desnuda. Juntos vivieron en el palacio Salzburgo, rodeados de lujo, sin embargo Hedwig se sentía la esclava de un tirano. Supo aprovechar esos años para continuar profundizando en ingeniería y matemáticas, estudios que había abandonado para cumplir su sueño de ser actriz, y en las que había destacado desde su infancia. Además, en las reuniones de trabajo de Mandl a las que fue forzada a asistir, aprovechó para aprender y recopilar información sobre las características de la última tecnología armamentística nazi. Por fin logró escapar con su asistente y tomó un barco hacia los Estados Unidos, a bordo del cual conoció al productor de cine Louis B. Mayer que le ofreció un contrato con la Metro-Golden-Meyer. Allí se cambió el nombre por Hedy Lamarr haciéndose un hueco importante en la industria de Hollywood, rodando con grandes directores como Jacques Tourneur o Stevenson y actores como Clark Gable o Lana Turner. Una de sus películas más destacadas fue Sanson y Dalila (1949) de Cecil B. DeMille. Más tarde, crearía su propia productora con la que dirigió algunas películas sin excesiva importancia.

Durante la guerra, Hedy ofreció su ayuda al gobierno de Estados Unidos dado que conocía ciertos secretos de los nazis. Aunque su ayuda fue rechazada en un primer momento, terminó colaborando y siendo de gran importancia su sistema de teletransmisiones militares basado en unos códigos de secuencia fraccionados que fue adoptado por el gobierno una vez la patente caducó. Su primera utilización relevante fue durante la crisis de los misiles de Cuba, pero también durante la guerra de Vietnam.

En la actualidad las posibilidades de este invento han sido de enorme relevancia; la telefonía inalámbrica, el Wifi y el Blue Tooth basan su tecnología en este sistema. No obstante no cobró nada por ello y no obtuvo reconocimiento hasta el final de su vida durante los años noventa cuando ganó varios premios como la Pioner Awards (1997) y la medalla Viktor Kaplan (1998). Desde 2005, el día 9 de noviembre, fecha de su nacimiento se celebra el día del inventor en Alemania, Austria y Suiza.

La dualidad de ser un icono sexual del cine, así como ser considerada la mujer más glamurosa de Hollywood y ser olvidada como inventora e intelectual la llevó a terminar sus días recluida en su mansión de Miami, adicta a las pastillas tras haber tenido problemas con la justicia por su cleptomanía. Falleció en el año 2000.

Mejor suerte tuvo su antecesora, Annette Kellerman (Sidney, 1887) llamada La mujer perfecta por su espectacular físico, fue una nadadora de élite que batió récords mundiales a principios del S.XX. Supo darle una vuelta a sus habilidades explotando su potencial: actúo en espectáculos donde nadaba rodeada de peces, recorrió a nado 27km del río Támesis e intentó cruzar el Canal de la Mancha, sin éxito. Posteriormente protagonizó algunas películas en Hollywood como Neptuno Daughter (1914) o A queen of the Sea (1918). El desnudo parcial que protagonizó en A daughter of gods significó el primer desnudo femenino de la historia del celuloide aunque solamente se disponen de fotografías de la escena puesto que la cinta se perdió y no ha llegado a nuestros días.

Además, fue la precursora del traje de baño femenino, puesto que los que se usaban en la época le impedían nadar y no solo despertó sensación sino que el escándalo la valió una detención en Estados Unidos, pero el juez la absolvió. Comenzó a diseñar y comercializar trajes de baño femeninos que fueran cómodos para nadar conocidos como los kellermans. Durante los años 50 y 60 vendía cursos por correspondencia para aprender a llevar una vida sana, convirtiéndose en conferenciante y gurú, e incluso abriendo una tienda de alimentación vegetariana. Se la considera la inventora de la natación sincronizada y una de las primeras mujeres emprendedoras y empresarias de éxito. Falleció en 1975 en su país de origen.

Antes de la industria del porno, el interés hacia el erotismo y los cuerpos desnudos estaba latente, sus protagonistas eran mujeres empoderadas, feministas y  rompieron moldes: aquellos desnudos fueron una osadía más en sus vidas, pero, desde luego, no la única. Lamarr y Kellerman demostraron con sus trayectorias que ni se limitaban, ni encasillaban en la imagen que proyectaban con su físico gracias a su fuerza, inteligencia y talento.

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