En Tiempos de Aletheia

La generación del silencio habla

SILENT GENERATION – LA GENERACIÓN DEL SILENCIO. UN GRITO EN EL DESIERTO

Han pasado estas fiestas navideñas como pasa todo en estos tiempos: a una velocidad de vértigo. Un ritmo impuesto por esta sociedad que te exige no perder el tren para mantenerte al día. Porque el tiempo no perdona y mi generación, bautizada en EE. UU. como Silent Generation (de la década de los 40) o Generación Silenciosa, nota el peso de los años transcurridos en la mochila. Niñez que pasamos por las diferentes etapas de la vida, sin referencias. Muchas carencias económicas y marcados por las posguerras ya fuese de la Segunda Guerra Mundial o de a Guerra Civil, en el caso de los españoles. Una generación debidamente acotada e identificada. De esta manera, se puede analizar cómo reaccionó un colectivo a un determinado acontecimiento y cómo ha evolucionado su opinión a través de los años. Además, permite a los investigadores establecer cómo un grupo ha sido moldeado por experiencias similares. Aquellos que superamos los 70 años de edad, los que crecimos tras la Guerra Civil y, en el resto de Europa y el mundo occidental, tras la Segunda Guerra Mundial. Somos la generación menos numerosa. Las condiciones de vida que tuvimos durante buena parte de nuestra existencia, con tasas altas de mortalidad infantil, sin vacunas eficaces, ni la famosa penicilina (fármaco que tardó una buena temporada en llegar a España y aún más tarde a los lugares pequeños de nuestro país y como casi siempre sucedía, el más débil o el enfermo era el peor parado a pesar, de no haber tenido responsabilidad alguna en los conflictos civil y mundial y aún menos haber influido en el resultado de las contiendas). Pero España, siempre estuvo marcada por los demás países. Marcada en todos los aspectos, inclusive en el carácter. Nuestro país siempre fue diferente. Fuimos educados en la austeridad y para el trabajo, en el marco de la cultura del esfuerzo, el sacrificio y una vida mucho más dura.

Con motivo de la puesta en marcha o inauguración de cualquier cosa llegaban a los pueblos, con antelación suficiente, las personas responsables de la seguridad de las autoridades a las que se les unían otros grupos que salían y entraban por ventanas, buhardillas, tragaluces o claraboyas del tejado de tu propio domicilio. Y todos, entre susto y sorpresa, nos preguntábamos si alguno los había visto entrar. También por comprar o vender en lugar distinto del domicilio había que pagar un impuesto que en España estuvo vigente desde 1784 hasta 1961 aproximadamente. Pero acabada la guerra en España, como consecuencia de la falta de alimentos, se realizaban intercambios con agricultores, para lo cual ibas de un pueblo, aldea, lugar o localidad a otro a horas verdaderamente intempestivas para un chiquillo, personaje que hacía a los campesinos menos exigentes en el instante de realizar el intercambio de productos de las Cartillas de Racionamiento (fideos, arroz, azúcar, etc.), con los habituales del campo, tales como tocino, morcilla, patatas, berzas, huevos, etc., que, en ocasiones, en el intento de sortear los controles de Abastos /Fielatos a la salida y entrada de los pueblos y no pagar un impuesto injusto por algunos productos y no ser detenido, ya que estaba recién finalizada nuestra Guerra, por ser más rigurosas las actuaciones de los funcionarios y cuerpos armados, se atravesaban verdaderos macizos de alturas considerables, pues la detención significaba perder todo incluido el esfuerzo de dos o tres noches. Cada cierto espacio de tiempo se producían situaciones desagradables a los ojos de un muchacho, cuando las fuerzas del orden conducían a alguna persona detenida para un horrible edificio, llamado La Cárcel, que también era vivienda, donde permanecían los detenidos hasta que un furgón los trasladaba a la capital. ¿Quién entendía aquellos sucesos? Había mucho silencio. Silencio que mantenían todos los trabajadores de puertos de carga y descarga de barcos, albañiles, barrenderos, carreteros, areneros, aserradores, etc., mientras a pie de obra daban buena cuenta de lo que le habían traído para almorzar –en algún momento, caliente– desde su domicilio (distancia que variaba desde 700m. hasta 5/6kms.) hasta su centro de trabajo. Habitualmente aquel se componía de potaje con unto (grasa de cerdo), lentejas viudas, capones (patata cocida con refrito de pimentón), etc. Con suerte podía aparecer una vapora cargada de chicharrón (chicharro de 1kg. aprox.) que algún amigo de la tripulación de la vapora le regalaba. Con lo cual se producía variación en la dieta.

Los mimos, carantoñas, bailar pegados y demás toqueteos entre enamorados, en público, prohibido. Entonces la incomprensión se hacía más manifiesta cuando en una película extranjera los “mocinos” juntaban los labios y no te daba tiempo ver más porque la cinta la “cortaban” o, como en alguna ocasión, “quemaban” con el correspondiente “abucheo” del gallinero al que la autoridad armada enviada al teatro para mantener el orden, compostura y buenos modales, en un periquete, ponía en la calle a la mitad de los “manifestantes”. Todo estaba prohibido. Todo calculado milimétricamente. Se vivía en una situación de manipulación por medio del miedo y de la ignorancia. Las barbaridades hechas por el Nazismo que, a base de mentiras, dirigió y convenció a un pueblo de que su raza era superior y mejor que otras, a las que había que exterminar.

Que, después de transcurridos los años del franquismo, hoy se quiera humanizar un poquito parte del tiempo vivido en ese régimen, no me sorprende. Pero jamás debemos olvidar que la doctrina de una dictadura es el miedo, la razón por la fuerza, la ignorancia y en la que el humano deja de tener esa condición. Todas las dictaduras sean de izquierda, derecha, centro o café con leche, lo primero que extirpan es lo más preciado del ser humano: la libertad. Esta canción de Jarcha nos viene al dedillo como ejemplo: “libertad, libertad, sin ira, libertad”. ¿Pudiera ser que estas belicosas y contundentes actuaciones de las fuerzas de seguridad contra lo prohibido te metiesen el miedo en el cuerpo? No lo sé. Pero, lo que sí es cierto, es que si algo no cristaliza es por una cuestión físico-química. Y si por ahí se dice que el amor no existe como tal sentimiento, con unas hierbas cocidas lo mismo te enamoras que te desenamoras. No obstante, en caso de producirse la mixtura de dos esencias en mínimos y casuales encuentros, aunque lo que ves sea un pequeño reflejo de lo que fueron tiempos más significativos, cierta y desgraciadamente cada vez más frecuentemente, se producen hechos como el que, a continuación, sucintamente relato:

“Hoy, 24 de diciembre, después de haber estado tomando café en un bar, de camino a mi domicilio, sobre las diez de la noche, al atravesar una plazoleta se levantó, de un banco de piedra, una figura humana con buen porte, asomándole de un bolso de la chaqueta, el extremo de un bocadillo envuelto en una mínima servilleta de papel. Con un ‘buenas noches’ me pidió un cigarrillo y le dejé el paquete con cinco o seis. Me dio las gracias y felicitó las fiestas. Pero el modo de decir y hacer, al lado de un banco de una plazoleta con una temperatura por debajo de cero grados, una persona de más o menos sesenta años, no me cuadró”.

Bien, pues, por haber coincidido y saludado a esta persona, en más de una ocasión, por los alrededores de la plazoleta, les aseguro que este ser humano, cuyo comportamiento me confundió absolutamente, es un pobre. Y un pobre es aquella persona que por carecer de recursos o medios , permanece todo el tiempo luchando por satisfacer sus necesidades biológicas y sociales mínimas.

La medida de pobreza relativa se define como la condición de estar debajo de un umbral relativo de pobreza. Es una falta de recursos de algunas personas que el resto de la sociedad da por hecho. Se puede hacer mención de derivaciones, formas, clases, tipos y de cuanto se haya escrito pero pobreza viene de pobre. O eres pobre o no lo eres. La carencia de algo necesario no te hace pobre. Te hace pobre el hecho de que luches día a día por esa necesidad básica sin conseguirlo, a pesar de arriesgar incluso la vida. La dificultad que supone definir una figura con tantas derivaciones y supuestos a pesar de la conformidad de otros grupos, te hace ser cauto a la hora de concretar una definición. Aun cuando esta distinta definición de la pobreza que pongo de manifiesto elimina flecos y se ajusta más a la realidad.

Existen grupos que entienden la pobreza como una necesidad subjetiva que sienten los que participan de esa necesidad y la objetiva que no requiere que se dé ese sentimiento de carencia hasta que falte lo esencial en el momento justo. También existen grupos con los que no comparto algunas de sus definiciones cuasi dogmáticas de lo que fue la realidad de la pobreza durante treinta o cuarenta años. Es curioso, pero ni al hablar de pobreza en España, nos ponemos de acuerdo. Imaginen ejemplos decimonónicos como es la posesión de un automóvil hace unas décadas (30/40 años) era patrimonio exclusivo de personas que ocupaban los escalones más altos de lo que llamamos pirámide social, hoy está convertido en una necesidad, no por la apariencia, hasta el momento.

Seguidamente les significo lo más granado encontrado a la hora de dejar suficientemente claro que es la pobreza. Pues bien. Se alcanza a decir que, en algunos países, la falta de zapatos u otro calzado no supone que sean pobres, pues el hecho de ir descalzo no es igual en un país tropical que en un país de la Unión Europea. Tampoco se siente tan fuerte la necesidad, ni bombardea tanto la publicidad. Se suele considerar como requisito para convenir que de hecho aparece la pobreza que socialmente está reconocida.

Después de estos ejemplos que lo dicen todo sobre ese tipo de pobreza explicamos que no tienen razón y que después de la “pobreza” se llega al “atraso” y a la “miseria” que se vive a las afueras de las grandes ciudades.

Al lector no le voy a intoxicar ni marear con números –aun habiendo cifras que marean–. No obstante, alguna cifra por su relevancia formará parte de lo que escribo, máxime teniendo interés informativo para el lector.

En el mundo hay 1.400 millones aproximadamente de personas afectadas por la pobreza de los que 800 millones son niños, y que la mayor pobreza está en Asia del Sur y África Subsahariana. Estos seres humanos tienen la calificación de pobres pues cobran menos de 1,60 € al día. Es evidente que algo falla. Que el reparto está desigual si tenemos en cuenta que países como Níger y Sudán del Sur tienen un índice de pobreza de más del 90% y que en las Islas Maldivas no alcanza el 0,8%.

Las causas de la pobreza en el mundo son muchas, una treintena, más o menos, y alguna de ellas van de la mano de la corrupción, el cambio climático, el sistema de comercialización multinacional, y hasta el desinterés de los países ricos por acabar con la pobreza, también están las guerras, pasando por la explotación laboral infantil, los salarios de miseria, las enfermedades, etc.

A la entrada de la sede del Grupo Banco Mundial, en Washington, existe una inscripción en piedra que dice: “Nuestro sueño es un mundo sin pobreza”. Pues en las sesiones de los poderosos se continúa especulando que más o menos en el año 2030 desaparecerán el hambre y la pobreza extrema en este sucio mundo. Lo que considero ¡una tomadura de pelo! ¿Podrán dormir? ¡Qué modo tan despiadado de reírse de unos desgraciados que no han tenido la culpa de haber nacido aquí o allí!

Y le llegó el turno a nuestro país. “Spain is different” la frase que puso de moda un conocido político español, no tiene desperdicio. Tampoco la letra de la canción “Mi querida España, esta España mía, esta España nuestra”, de una extraordinaria cantante llamada Cecilia que desafortunadamente nos dejó en plena juventud.

Como les decía, en nuestro país, existen 13 millones de personas pobres o en situación de exclusión social y sigue aumentando la cifra. También tenemos carencia de 60.000 plazas para personas dependientes, entre otras muchas faltas. Es entonces que a todas cuantas organizaciones sin ánimo de lucro, públicas, privadas y religiosas, en las que sus componentes ponen en riesgo su vida para ayudar a sus semejantes en cualquier lugar del mundo, les demando que cuando presupuesten y proyecten ayudas a países necesitados, piensen que España también les necesita y que son muchas las personas por debajo del umbral de la pobreza. Que esta tierra llamada España es el séptimo país con más pobreza de la UE. Y no se ve mucho interés en que salga del pozo.

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