En Tiempos de Aletheia

Acercamiento crítico entre Michel Foucault y Edward Said. Convergencias y divergencias de sus pensamientos literarios

En este breve estudio, revisaremos algunos aportes teórico-literarios de Michel Foucault y Edward Said, centrándonos en los aportes al pensamiento literario contemporáneo de cada uno de ellos en cuanto proyección de sus pensamientos políticos, ideológicos o históricos y, además, en las relaciones que vinculan a ambos pensadores, ya sean éstas de convergencia o divergencia.

Así, en primer lugar, diremos que ambos autores, si bien pertenecen a corrientes de pensamiento distintas –Foucault, aunque lo haya negado, ha sido considerado posmodernista y Said fundó el post colonialismo– además de las innegables conexiones que ambos lineamientos presentan, se encuentran estrechamente vinculados entre sí. Así, cabe señalar que Said nació sólo nueve años después del Foucault y, aunque mantuvo una distancia crítica respecto de éste, nunca dejó de considerarlo su referente, proclamándose derechamente discípulo de Foucault, declaración que no se queda en las palabras, pues son numerosas las citas que hace el autor palestino respecto del autor francés.

Foucault, por su parte, si bien no cita recurrentemente a lo largo de su obra a Said, ello se explica porque el período de producción de éste, que se inicia con Orientalismo el año 1978, coincidió con los últimos años de vida de Foucault, quien ya había publicado con anterioridad a la consagración de Said como pensador todas sus obras cumbres, como La historia de la locura en la época clásica (1961), Las palabras y las cosas (1966), La arqueología del saber (1969) y Vigilar y castigar (1975), entre otras.

No puedo dejar de mencionar que, para estas dos grandes figuras del pensamiento contemporáneo, resulta de suma relevancia el lugar desde el cual escriben: en el caso de Foucault corresponde al sujeto europeo, occidental y francófono y, en el caso de Said, a un erudito palestino incorporado a la cultura occidental.

Comenzando por Foucault, debo resaltar lo gravitante que resulta para la mirada literaria de este pensador la noción de autor, más no para centrarse en éste, sino al contrario. En ese sentido, en su ensayo ¿Qué es un autor? Foucault acuña la expresión “función-autor”, subordinando este concepto por completo a la noción de discurso, concepto que no sólo es clave para los desarrollos teóricos del pensador francés, sino que es recogido explícitamente por Said para construir, a partir de él, la noción de Orientalismo, fundamental para los estudios poscoloniales.

Precisamente por ese camino de descentrar el sujeto en el mundo del arte y literatura a través de desmontar los elementos tradicionales del concepto de autor, asociándolo y supeditándolo al de discurso, es que el pensador francés llega a acabar con el monopolio del texto escrito, pues el discurso puede perfectamente manifestarse en distintos soportes, ya sea en obras, borradores, cartas, fragmentos escritos e incluso en pintura y música y no necesariamente queda limitado a un texto de un libro o de una obra escrita, razón por la cual Foucault considera a la noción de autor, y el arte en general, como un fenómeno transdiscursivo.

Otro rasgo fundamental en el pensamiento literario de Foucault, es el parentesco de la escritura con la muerte, no ya en el sentido griego de perpetuar la inmortalidad del héroe, sino en el sentido de ser la obra agente de la muerte de su propio autor al desaparecer en la obra, según plantea el pensador francés, los caracteres individuales del sujeto escritor.

Ahora bien, en lo concerniente a Edward Said, por su parte, debe consignarse que, siendo una de sus contribuciones fundamentales para el pensamiento contemporáneo el desarrollo de la relación entre cultura moderna y colonialismo, en el plano literario, según se aprecia en su obra Cultura e Imperialismo, Said expone que valora las novelas y otros textos que en ese libro se examinan, no sólo porque le parezcan admirables en cuanto obras de arte de las que se puede extraer conocimiento y que, además, son susceptibles de generar placer estético, sino principalmente, bajo su mirada post-colonialista, por el hecho de permitir establecer vinculaciones con el proceso imperial del cual la obra literaria forma parte.

En ese orden de ideas, nos atrevemos a enunciar que, conforme a la perspectiva de Said, siempre se debe privilegiar una lectura de una obra literaria que sea capaz de contradecir, desafiar o, de alguna manera, interrumpir el discurso dominante, rasgo en el cual se encuentra en plena convergencia con Foucault.

En ese orden de ideas, la principal aportación de Said a la teoría literaria contemporánea son sus análisis de la mundanidad, especialmente teniendo en cuenta la idea de la politización del texto literario y sus relaciones con la historia del Imperio. En ese sentido, podemos afirmar que de la lectura de su ensayo “El mundo, el texto y el crítico” (1983), se desprende que el concepto de mundanidad es el pilar fundamental de la teoría literaria y cultural de Said, por la función que cumple el contexto mundano en la gestación y la significación de la obra literaria.

El autor palestino insiste en el hecho de que toda cultura se sitúa en la mundanidad que constituye el trasfondo de la obra literaria y que ha de ser necesariamente desvelada por el crítico. A partir de esto, podemos inferir la idea de que para la teoría literaria de Said no hay escritura ni lectura inocente, porque los textos siempre han de estar vinculados con la historia que los han hecho posible.

Como rasgo de convergencia entre ambos autores, podemos decir que, al igual que Foucault, Said en su Orientalismo, enfatiza la importancia de lo singular, al mencionar que lo que realmente le interesa como erudito, no es la gran realidad política en cuanto constituyen generalidades carentes de interés, sino el detalle, el testimonio preparado y modulado que ofrecen los detalles de la obra de las grandes individualidades, como Flaubert o Renán, dentro del enorme espacio abierto por esa verdad.

También son comunes a ambos autores la preocupación por la ajenidad, rasgo que aparece indirectamente en varias de las obras del pensador palestino y explícitamente en su Orientalismo, y que ciertamente también la encontramos en Foucault, como ocurre en la obra del pensador francésLa gran extranjera. Para pensar la literatura”, donde aborda específicamente el fenómeno literario, en la cual sostiene que esta ajenidad se hace presente en la literatura y, por ello, es que la Historia de la locura en la época clásica es, de alguna manera, una historia de la literatura.

Ahora bien, en materia de divergencias entre ambos autores, podemos señalar que la visión literaria de Said, sin duda, está fuertemente marcada por su postura político-ideológica y esto hay que tenerlo en cuenta a la hora de elucidar su posición frente a la cultura y al hecho literario, pues, apoyado en el pensamiento de Gramsci, Said rompe las barreras impuestas por la teoría del poder de Foucault.

La importancia de la ideología para Said es un rasgo presente en todos sus desarrollos y, por nuestra parte, podemos afirmar que se encuentra explícitamente afirmado en Cultura e Imperialismo.

Y, a diferencia de Said, según Edgardo Castro, Foucault se muestra particularmente cauteloso con respecto a la ideología, pero no como una animadversión general sobre el término, sino específicamente en relación con la descripción de la historia del saber y del ejercicio del poder. Es notable, según Castro, que a partir de las obras de Foucault “Las palabras y las cosas” y, además, “Dichos y escritos”, tal reticencia se explica porque Foucault considera que la ideología, como concepto, se opone a la verdad y se encuentra en pugna con la noción de sujeto, noción que corresponde, por ser asociable a la categoría de autor, como hemos afirmado anteriormente, resulta fundamental en el pensamiento literario de Foucault.

Además, ambos autores asignan enorme importancia para la literatura a los acontecimientos singulares, a los detalles de la vida cotidiana, y a la experiencia, que el caso de Foucault es una experiencia en el lenguaje, y en Said, una experiencia histórica.

 Finalmente, cabe concluir que, en relación con los rasgos comunes que hemos podido revisar entre Foucault y Said, por sobre las divergencias entre ellos, es posible apreciar que ambos presentan pensamientos literarios originales, con sólidas bases teóricas, que representan proyecciones de sus fundamentos filosóficos y políticos y que, por diferentes vías, confluyen hacía una mirada que no sólo provoca a desmarcarse de categorías y conceptos arraigados que impiden alcanzar la comprensión y aprovechamiento de los textos literarios en sus máximas posibilidades, sino que también contribuye a derribar los discursos de dominación y exclusión, evitando el desarraigo de la literatura respecto de la sociedad, la política y la historia.

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