En Tiempos de Aletheia

Trastorno Afectivo Estacional

Este trastorno forma parte del conjunto de trastornos del estado de ánimo. Se le suele considerar un trastorno menor dentro de ese grupo y, de hecho, no está reconocido como tal en la CIE 10, que es la clasificación internacional de enfermedades.

Se asemeja a la distimia, por la levedad de los síntomas, aunque no tiene la necesaria duración en el tiempo, que debe ser mayor de 2 años, para que se la pueda diagnosticar como tal.

El T.A.E. vendría a ser un episodio depresivo cuya característica fundamental es que aparece siempre al comienzo del otoño, cuando disminuyen las horas de luz solar y que se prolonga aproximadamente hasta entrada la primavera.

Como en cualquier forma de depresión, está presente el sentimiento de desesperanza, hipersomnia, menor energía y capacidad de concentración, pérdida de interés por cualquier tipo de actividad, aislamiento social, tristeza e irritabilidad. Los cambios en el apetito se manifiestan tanto por un aumento desmesurado, con el consiguiente aumento de peso, como por un cuadro de inapetencia. Estos síntomas aparecen con distinta intensidad en función de la personalidad, de la satisfacción personal con el propio estilo de vida y con sus relaciones personales.

Es un trastorno bastante más común de lo que posiblemente la sociedad en general se cree y los profesionales reconocen.

Este cuadro está causado por una especial sensibilidad a los cambios de luz solar que se producen a lo largo de un año y por los que se delimitan las estaciones del año. La disminución de horas y de intensidad de luz solar altera el reloj interno que tiene nuestro cuerpo y en algunas personas se produce un desajuste en los ritmos circadianos. La luz natural también afecta a los niveles de melatonina. La melatonina es una hormona natural producida por la glándula pineal cuya secreción nocturna y supresión durante el día por efecto de la luz solar regula el ritmo de sueño-vigilia. De ahí que en personas hiperreactivas a estos cambios, aparezcan alteraciones del sueño y del estado de ánimo.

De hecho, una de las terapias que se aplica es la fototerapia. La fototerapia consiste en someter al paciente a la exposición de una luz con una determinada longitud de onda durante la primera hora después de despertarse. La fototerapia pretende imitar la luz natural exterior y logra provocar cambios químicos en el cerebro que están vinculados a los estados anímicos.

Desde el punto de vista psicológico, es importante cómo se lo tome la persona que lo sufre, la etiqueta que se le ponga y cómo se plantee el tratamiento desde el momento en que se diagnostica. Si el sujeto se instala en que tiene una depresión, instará al médico a que se le trate con antidepresivos de manera crónica. Si en su relato, destaca que su “bajón” de estado de ánimo, a lo largo de su vida, siempre ha coincidido con el otoño, es probable que su médico lo derive hacia la atención por parte de un psicólogo, ya que la psicoterapia resultará muy eficaz y con cierto entrenamiento le dará independencia al paciente que habrá aprendido a gestionar y, por lo tanto, prevenir sus cambios de humor y de ánimo vital.

Una vez se confirme el diagnóstico de trastorno afectivo estacional y se descarten otros cuadros con síntomas similares, el sujeto deberá plantearse comenzar una psicoterapia que le enfocará también a producir cambios en su estilo de vida.

La terapia de perfil cognitivo–conductual es la más adecuada para afrontar este tipo de trastorno y la única dificultad que presenta es que el paciente debe participar de forma activa en su proceso de recuperación y aprendizaje sobre cómo controlar los elementos que afectan negativamente a su estado de ánimo.

En este tipo de terapia se le ayuda a identificar cuáles son los comportamientos y los pensamientos que le hacen sentirte mal y, una vez reconocidos, se le enseña a modificarlos para que aprenda a enfrentarte a la vida de modo más positivo.

Es importante que llegue al estado de aceptación de su trastorno, reduciendo las conductas de evasión, y sentirse lo suficientemente fuerte para afrontar los cambios conductuales que le serán necesarios realizar.

Si el cuadro no es muy severo, se le propondrá que comience a revisar su estilo de vida y lo modifique hacia uno mucho más saludable que seguro le ayudará a elevar su estado de ánimo.

Llamamos un estilo de vida saludable al que incluye conectar nuestra mente con nuestro cuerpo, y así funcionar como una unidad coherente. Para ello comienza a adquirir algunos hábitos como los siguientes:

  • La práctica habitual de técnicas de relajación, yoga o taichí.

  • Realizar ejercicio físico aeróbico al menos por una duración de 1 hora diaria. Debes mantenerte activo. Recuerda que la actividad física es generadora de endorfinas.

  • Dedicar tiempo a escuchar música. No es necesario que sea un estilo en concreto, sino solo el que te guste, pero ese rato, debes disfrutarlo y “ser consciente” de lo que estás haciendo y disfrutando.

  • Mantén relaciones sociales presenciales. No dejes que la tecnología dirija el ritmo de las relaciones con tus amigos.

  • Procura que el ambiente de tu casa sea acogedor y luminoso en la medida que puedas. Deja que la luz del día entre. Aparta las cortinas y abre tu casa al exterior.

  • Para realizar cualquier actividad mientras estés en casa, intenta situarte cerca de una ventana.

  • Adquiere y respeta un horario tanto para despertarte como para acostarte.

  • Cuida tu alimentación. Procura comer alimentos saludables y lo más naturales posibles. Apártate de los cocinados ya elaborados. Disfruta de cocinarte tú mismo tu comida y toma tu tiempo para ingerirla.

  • Aprende a distinguir y a alejarte de las personas que te resultan tóxicas.

  • Proponte objetivos de alguna actividad gratificante, al menos una vez por semana. Eso es independiente de que llegues a disfrutar de tus sesiones de actividad física o de los momentos que dediques a la música o a cualquier otro arte.

  • Si tu médico te ha pautado un tratamiento, cumple con sus indicaciones e infórmale de los cambios en tu estado de ánimo.

Pero, ante todo, deseo que no te sientas “un bicho raro”, acepta que los cambios climáticos te afectan y aprende a gestionarlos. No te rindas y piensa que en la aceptación está la superación.

 

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